Hace ya 6 años, en septiembre de 2012,
entré en la carrera de psicología en la Universidad de Cádiz. En un principio
no iba a ser mi primera opción, pero hubo algo en mí que a última hora hizo que
mi elección de fisioterapia se cambiará por psicología, y no puedo estar más
orgullosa de ello.
Mi vida prácticamente ha sido dedicada
al deporte, por eso me gustaban todas las carreras que tenían algo que ver, y
de repente vi como una psicóloga estaba en un equipo de futbol y como los
ayudaba, incrementaba su motivación y cohesionaba al grupo, los unía y tiraban
todos juntos para adelante. En ese momento dije, me encantaría ser psicóloga,
me apasiona todo lo que tenga que ver con el bienestar, la mente, las
emociones, como nos sentimos, que nos impulsa a hacer ciertas cosas.
Cuando empecé la carrera, y al ir
avanzando el curso, iba teniendo más claro que la psicología clínica no era lo
mío. Me gustaba ayudar a la gente a ser mejor, a conseguir sus propósitos, que
aprendieran cosas nuevas, aconsejar, orientar. Fue entonces cuando empecé las
prácticas en mi colegio de siempre, allí estudié desde infantil hasta el
bachillerato, donde me di cuenta que la labor del orientador era muy distinta a
lo que yo sabía en mi tiempo. Los niños me aportaban algo que no había tenido
estudiando casos clínicos, me encantaba ayudarlos, explicarles las cosas, darle
alternativas para que pudieran resolver los problemas, tratar dificultades,
¿por qué existían dificultades de aprendizaje?, ¿por qué no todos los alumnos
aprenden igual?, ¿cómo puedo ayudarlos?, ahí desperté mi interés por la
orientación, cuando me di cuenta de que podía ayudar a esos niños a seguir
adelante en el curso, a hacer todo lo posible para que siguieran el ritmo de
clase y no se quedaran atrás, que todos los niños estuvieran incluidos en clase
y evitar más casos de acoso o bullying.
Porque si enseñamos desde pequeños,
ayudaremos a que de mayor puedan desarrollarse como personas. Porque lo bonito
de ayudar a un niño es conseguir que salga adelante con sus dificultades y nos
necesitan, su familia también necesitan nuestra ayuda para lidiar con los
problemas y lograr el mayor desarrollo de su hijo, y los profesores, porque
también necesitan que le ayudemos para que ningún alumno se pierda o se quede
atrás, o incluso para aprender a enseñar.